Friday, October 11, 2013

Pi - Darren Aronofsky U.S.A. 1998





PI
Director Darren Aronofsky
Estados Unidos 1998

PI no es simplemente una película, es la dramatización de unas evidencias, de unas creencias y de algo tan real que, dejando aparte las neuras del personaje protagonista, el resto podría resultar un documental o un interesante estudio de las propiedades que arrojan los números.

El nombre de la cinta: “Phi” se corresponde con el Phi de la constante matemática.
Darren Aronofsky debutó como director con esta cinta que algunas fuentes en su momento calificaron como experimental y otras como surrealista. De experimental quizás solo tenga la parte técnica, de surrealista tiene muy poco. Quizás cierto parecido de una escena en la que el protagonista a punto de volverse loco tiene una visión en la que, con una taladradora, pretende hacerse una trepanación y la escena de Un perro andaluz de Dalí y Buñuel en la que el ojo de la protagonista pretende cortarse con una cuchilla.
La trama es muy interesante ya que revela teorías, algunas de ellas ocultas y que oficial o aparentemente son secretas pero que se sabe que existen en la realidad. Da la sensación de que lo que Aronofsky revela es “casual” o debido a un guión. Pero la realidad confirma no solo la realidad que muestra en la película sino que puede existir mucho más. En la misma el protagonista explica la relación existente entre los números de Fibonacci y la Sección Áurea.

Max, un joven que vive prácticamente aislado pero rodeado de artefactos tecnológicos avanzados y alguna que otra hormiga, realiza predicciones de cotizaciones de bolsa en Wall St. Un día el ordenador se colapsa y arroja una cifra en principio sin sentido pero sólo en principio ya que al dividir los 216 números mostrados en la pantalla entre 10, resultó una predicción totalmente exacta. Max tiene la teoría de que todo en la naturaleza puede entenderse en términos de números, para ello su objetivo es encontrar un número clave que le abriría el conocimiento del patrón universal encontrado en la naturaleza. Está particularmente atraído por la forma de las espirales, y progresivamente se le van abriendo unos conocimientos ante los cuales su antiguo profesor le pide prudencia y que abandone por haber pasado previamente él por la misma situación. Le advierte que hay lineas que no deben traspasarse.
Por si fuera poca la paranoia que el protagonista tiene de por sí. “Casualmente” un día conoce a un judío hasídico que “casualmente” también realiza cálculos matemáticos pero vinculando los valores numéricos del alfabeto hebreo con la composición de la Torah tratando de descifrar un supuesto código místico sugerido por el mismo Dios existente en su redacción y ordenamiento, casualmente descubren que las secuencias de Fibonacci encajan parcialmente en la teoría y con la ayuda de un poderoso segundo chip consigue un segundo colapso del ordenador tras obtener un número tras el que la gente de Wall St. Supone se esconde el poder y la clave definitiva para manipular los mercados financieros y los judíos hasídicos suponen como la clave para instaurar la nueva era mesiánica ya que ese número representaría el nombre impronunciable de Dios según la Torah. El protagonista acude a casa de su maestro a contarle el descubrimiento, el cual ha muerto y entre sus cosas encuentra un papel en el que figura el mismo número, que Max ha conseguido. En ese momento sufre otra terrible crisis de dolores de cabeza y entiende que sus dolores están relacionados con las investigaciones por lo cual sigue el consejo de su maestro: destruye el número, pero el número no lo destruye a él, ya que, en paz y en un parque se le acerca su pequeña vecina con una calculadora para que le resuelva el resultado de 748 dividido por 238, cuyo resultado es una aproximación a PI, la película acaba con un plano de las ramas de un árbol cuyo número puede calcularse con la secuencia Fibonacci.




Esta pelicula es un ejercicio de inteligencia del que cada espectador debe sacar su propia conclusión, no obstante independiente de cual sea esa opinión, no cabe duda que estamos ante un juego de enigmas y ante un documento muy interesante disfrazado de espectáculo.


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