PI
Director
Darren Aronofsky
Estados
Unidos 1998
PI
no es simplemente una película, es la dramatización de unas
evidencias, de unas creencias y de algo tan real que, dejando aparte
las neuras del personaje protagonista, el resto podría resultar un
documental o un interesante estudio de las propiedades que arrojan
los números.
El nombre de la
cinta: “Phi” se corresponde con el Phi de la constante
matemática.
Darren
Aronofsky debutó como director con esta cinta que algunas fuentes en
su momento calificaron como experimental y otras como surrealista. De
experimental quizás solo tenga la parte técnica, de surrealista
tiene muy poco. Quizás cierto parecido de una escena en la que el
protagonista a punto de volverse loco tiene una visión en la que,
con una taladradora, pretende hacerse una trepanación y la escena de
Un perro andaluz de Dalí y Buñuel en la que el ojo de la
protagonista pretende cortarse con una cuchilla.
La trama es muy
interesante ya que revela teorías, algunas de ellas ocultas y que
oficial o aparentemente son secretas pero que se sabe que existen
en la realidad. Da la sensación de que lo que Aronofsky revela es
“casual” o debido a un guión. Pero la realidad confirma no solo
la realidad que muestra en la película sino que puede existir
mucho más. En la misma el protagonista explica la relación
existente entre los números de Fibonacci y la Sección Áurea.
Max, un joven que
vive prácticamente aislado pero rodeado de artefactos tecnológicos
avanzados y alguna que otra hormiga, realiza predicciones de
cotizaciones de bolsa en Wall St. Un día el ordenador se colapsa y
arroja una cifra en principio sin sentido pero sólo en principio ya
que al dividir los 216 números mostrados en la pantalla entre 10,
resultó una predicción totalmente exacta. Max tiene la teoría de
que todo en la naturaleza puede entenderse en términos de números,
para ello su objetivo es encontrar un número clave que le abriría
el conocimiento del patrón universal encontrado en la naturaleza.
Está particularmente atraído por la forma de las espirales, y
progresivamente se le van abriendo unos conocimientos ante los cuales
su antiguo profesor le pide prudencia y que abandone por haber pasado
previamente él por la misma situación. Le advierte que hay lineas
que no deben traspasarse.
Por
si fuera poca la paranoia que el protagonista tiene de por sí.
“Casualmente” un día conoce a un judío hasídico que
“casualmente” también realiza cálculos matemáticos pero
vinculando los valores numéricos del alfabeto hebreo con la
composición de la Torah tratando de descifrar un supuesto código
místico sugerido por el mismo Dios existente en su redacción y
ordenamiento, casualmente descubren que las secuencias de Fibonacci
encajan parcialmente en la teoría y con la ayuda de un poderoso
segundo chip consigue un segundo colapso del ordenador tras obtener
un número tras el que la gente de Wall St. Supone se esconde el
poder y la clave definitiva para manipular los mercados financieros y
los judíos hasídicos suponen como la clave para instaurar la nueva
era mesiánica ya que ese número representaría el nombre
impronunciable de Dios según la Torah. El protagonista acude a casa
de su maestro a contarle el descubrimiento, el cual ha muerto y entre
sus cosas encuentra un papel en el que figura el mismo número, que
Max ha conseguido. En ese momento sufre otra terrible crisis de
dolores de cabeza y entiende que sus dolores están relacionados con
las investigaciones por lo cual sigue el consejo de su maestro:
destruye el número, pero el número no lo destruye a él, ya que, en
paz y en un parque se le acerca su pequeña vecina con una
calculadora para que le resuelva el resultado de 748 dividido por
238, cuyo resultado es una aproximación a PI, la película acaba con
un plano de las ramas de un árbol cuyo número puede calcularse con
la secuencia Fibonacci.
Esta
pelicula es un ejercicio de inteligencia del que cada espectador debe
sacar su propia conclusión, no obstante independiente de cual sea
esa opinión, no cabe duda que estamos ante un juego de enigmas y
ante un documento muy interesante disfrazado de espectáculo.