Año
2004
País: Israel,
Francia, Alemania
Dirección: Eran
Riklis
Intérpretes: Hiam
Abbass, Makram Khoury, Clara Khoury
El
director Eran Riklis, nos muestra a través de esta cinta, las
dificultades que por encima de la política viven en este caso los
habitantes de Israel, Siria y Palestina. No todo en el mundo es
blanco o negro. Por tanto, palestinos, israelís y en este caso
drusos, no son islas inaccesibles, la gente se ínter-comunica,
trabaja, hace negocios, ama y vive mezclada, en algunas zonas
conviven en armonía y se casan como en este filme. La política y la
burocracia son enemigos de la convivencia, viven de espaldas a ella e
incluso levantan muros, sin pensar que el factor humano no está por
eso, que, históricamente con el tiempo todos los muros caen.
La
novia vive en un poblado druso bajo control israelí en los altos
del Golán, el novio, su primo, vive en Siria, si la novia logra
traspasar la frontera, se casará pero posiblemente no podrá volver
a ver a su familia. La boda ha de celebrarse individualmente en ambos
lados con invitados y familiares que se ven a través de unas
alambradas, esto se agrava por el papel político del padre de la
novia y porqué la novia en su documentación figura como de
“nacionalidad indefinida” por habitar territorio Sirio pero
ocupado por Israel desde 1967.
El
filme es una lucha entre por una parte, los sentimientos y la razón
de los seres humanos, y por otro: la sinrazón, la burocracia el
obcecamiento, el resentimiento.
Es
de agradecer que muchos intelectuales estén desarrollando una nueva
corriente de abierta crítica por el tratamiento de Israel hacia los
árabes y por estar a favor de vivir una existencia de paz en
comunidad, aunque hasta esto está en división, parte de la
población drusa está a favor de la ocupación de Israel y otra
parte no. Parte de los palestinos están en contra de los
asentamientos y otros contribuyen con sus trabajos a edificarlos y
mantener Así a sus familias. Así están las cosas.
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